cuento

Desorden

El viento esputa su clamor, cada vez más vehemente. 

Lo enfrento, cual marcial luchador que intenta descifrar el porqué de la última batalla, y recuerdo las sanguinarias imágenes del epílogo de la película de guerra que padecí durante el último fin de semana. Imagino que habrá un remanso para este hormigueo constante que me parece un tormento, pero que al mismo tiempo me arropa entre sus pitidos pavorosos y causa que mi cuerpo se atornille. 

Observo el firmamento, desordenado por cúmulos rellenos de vapor picante, el cual me abrasa las entrañas y, belicoso, me repite crónicas anárquicas recitadas por mi padre sobre la trascendencia de ciertas enseñanzas que no logro recordar. 

En un tris, me percato de que estoy perdiendo la contienda contra aquella tromba y elijo dejarme llevar por sus caprichos que, bufones, hacen sonar diatónicamente mi cuerpo de la misma manera en que rechina el fuelle de aquel bandoneón de preguerra que compré, esperanzado, hace ya varios años. 

Los bramidos de la corriente comienzan a arrullarme, al igual que el organillo de mi abuelo, que hoy susurra tan disfónico como la primera vez que lo rocé con mis manos inexpertas buscando extraerle una musicalidad que todavía me resulta misteriosa. 

Desvarío de deleite cuando el ventarrón se entrelaza con una epidermis desapasionada que, en un principio, parece no querer aceptarme, pero que luego me impresiona y me atrae hacia su interior. 

Y me lamento mientras la parte alta de mi torso, impregnada del agua salobre y envuelta en el vehemente cuchicheo del torbellino que me arrastra indefectiblemente hacia el fondo del mar, me recuerda que nunca aprendí a nadar.

Cuento publicado por primera vez en la revista Sin Tregua el 17 de abril de 2023.

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